Eugen von Böhm-Bawerk vía Bawerk.net
Si somos capaces de leer más allá de los titulares de prensa, se puede llegar a una conclusión estratégica de conjunto sobre Latinoamérica. Debido a las fuertes bajadas de precios de las materias primas, las siete “hermanas feas de Latinoamérica”, en concreto, Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Colombia, México y Argentina, están atravesando grandes dificultades políticas.
Es cierto que no todos los países son iguales: por una parte tenemos a varios países en estado de decadencia avanzado, con gobiernos de izquierdas que ya no pueden aguantar mucho más, y, por otra parte, a algunos países con posiciones más “centristas” que intentan ganar tiempo. En todos los casos se trata del clásico axioma “demasiado poco, demasiado tarde”. Las siete hermanas feas han cometido al menos siete pecados mortales debido a una mala gestión de los recursos naturales durante la última década. Ahora el envite ya no consiste en intentar esquivar la crisis, sino en intentar limitar sus efectos negativos. Desgraciadamente creemos que una nueva “década perdida de Latinoamérica” está a la vuelta de la esquina.
Todos sabemos que los países más decadentes son Brasil y Venezuela. Nosotros apostamos por que la Presidente Rousseff de Brasil será destituida a lo largo del mes de abril, como consecuencia de los innumerables escándalos de corrupción y de su temeraria decisión de ofrecer a Lula un puesto en el Gobierno, echando aún más leña al fuego de la corrupción. Probablemente el vicepresidente Michel Temer tomará las riendas de un Gobierno de coalición en funciones hasta 2018, con el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) como socio fuerte, y negociará el reparto de puestos con el Partido de los Trabajadores de Roussef a puerta cerrada. Hasta donde podrá llegar Temer en la ejecución de reformas económicas de calado dependerá, sobre todo, de hasta qué punto el escándalo del “lavado de coches”, que aún colea, afecte al PMDB, donde la podredumbre también llega hasta lo más profundo. La retórica inicial sobre la necesidad de acometer “reformas estructurales” y fuertes medidas de liberalización es difícil que se materialice en acciones reales. Por mucho que Petrobras saque adelante su programa de concesiones en 2017, difícilmente deparará resultados tangibles en los entornos de precios actuales. Además, el apalancamiento de Petrobras seguirá siendo muy alto. Hasta que Brasil no convoque nuevas elecciones en 2018, la capacidad de maniobra de Michel Temer será muy limitada. En todo caso, su desafío principal consistirá en intentar no quemarse desde el primer día como jefe de gobierno en funciones, máxime si tenemos en cuenta que Temer no está en absoluto exento de reproches políticos, pues, como apuntábamos más arriba, su partido es básicamente tan corrupto como el PT. Lo mejor que podría pasar es que se convoquen elecciones anticipadas, si el Tribunal Superior Electoral invalidase retroactivamente la candidatura electoral de Rouseff-Temer a la presidencia de 2014, poniendo un punto y aparte al peor crash económico de toda la historia de Brasil, debido a la caída del precio de las commodities. Desgraciadamente, la dura realidad es que en este momento la política brasileña no tiene nada que ver con la búsqueda de los intereses nacionales, sino más bien con un conjunto de colectivos que luchan denodadamente por su auto-preservación.
PIB de Brasil vs precios del trigo (Tasa compuesta de crecimiento anual 10 años)
Acto seguido, dirigimos nuestra atención hacia Venezuela, donde están en juego “exactamente” las mismas dinámicas con el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV). Más que apartar al Presidente Maduro, el PSUV intenta desesperadamente mantenerle provisionalmente en el poder. Lo último que desean los poderes en la sombra es que la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) lance un “Referendum revocatorio” para expulsar a Maduro del poder a finales de 2016, pues el propio PSUV puede sustituirlo “constitucionalmente” a principios de 2017, “sin” necesidad de esperar a las elecciones de 2019. El PSUV intentará hacer fracasar la convocatoria del referéndum apoyándose en el Consejo Nacional Electoral y en varios tribunales que le son afectos. También prorrogando el “estado de emergencia económica”, a pesar del rechazo de la Asamblea Nacional. Todo ello desmiente por si solo cualquier pretensión de que el presidente venezolano ejerce sus funciones sometiéndose a la Constitución del país. El PSUV vuelve a las prácticas abusivas de poder, a las que nos tenía acostumbrados. Pero que este partido sea capaz de alargar este estado de cosas comatoso por más tiempo dependerá de cuánto dinero chino siga llegando al país (existe un agujero de 50 mil millones de dólares en las cuentas del PSUV) y, sobre todo, de que el desastre económico del país no acabe encendiendo una revuelta social. Los apagones de electricidad ocupan los titulares sobre Venezuela en los últimos tiempos, pero la principal preocupación sigue siendo el colapso total del país y el posible advenimiento de un “gobierno militar de transición”, que permitiría a los corruptos generales salvaguardar su menguante renta económica y evitar de paso ser arrojados detrás de los barrotes por los dirigentes de la actual oposición. Un default o suspensión de pagos del país es algo inevitable, dado que hoy en día solamente el pago de deuda e intereses absorbe el 90% de los ingresos en divisas por exportación de petróleo, siendo además previsible que las pérdidas sigan incrementándose durante el resto del mandato de Maduro. Más que una hermana fea, feísima, Venezuela es el “hombre elefante” de las economías latinoamericanas.
Ecuador, la hermana menor de la izquierda latinoamericana, no presenta un aspecto mucho mejor. El pequeño país de la OPEC ha sido teatro de una oleada de protestas públicas contra la presidencia del Presidente Correa en medio de enormes déficits, ingresos menguantes y la acuciante necesidad de encontrar nuevas formas de financiación externa. Correa no puede presentarse a reelección en 2017, tras tres mandatos consecutivos en el poder desde 2006, y parece que se retirará de manera pacífica, sin violentar la Constitución, tras no haber conseguido modificarla en 2014 para alargar su mandato. Correa intentará que el Exvicepresidente Lenin Moreno postule su candidatura a la presidencia como manera de proteger los intereses del Movimiento Alianza País (MAP o AP), poniendo palos en las ruedas de otros candidatos más centristas como Guillermo Lasso. Petroecuador seguirá siendo la principal fuente de ingresos que permitirá a la AP mantener el control de la situación, en un Ecuador donde reina una pobre gobernanza y cuyo recurso de última instancia son los préstamos que concede China. Bolivia es otra historia de gas, donde todo lo dicho anteriormente se puede aplicar a Evo Morales, quien también perdió un referéndum para eliminar la prohibición constitucional de prolongar su mandato más allá de 2019. La guerra interna dentro del MAS para sustituir a Morales será feroz, en el bien entendido que este último maniobrará todo lo que pueda para preservar sus intereses financieros entre bastidores. El hecho es que Morales ha sido blanco de fuertes críticas por corrupción a lo largo de su mandato, con acusaciones por malversación de fondos y por asignación de contratos a empresas chinas con las que mantiene “vínculos personales”. Cuando se acaba el dinero, empiezan a aparecer los trapos sucios. La cuestión crucial es si Morales se retirará sin sobresaltos, y si un MAS renovado será capaz trazar una nueva y creíble senda política para el periodo que empieza en 2019. Las perspectivas no son particularmente optimistas, a nuestro juicio.
Finalmente llegamos a las hermanas más favorecidas: Colombia, México y Argentina. Los tres países han emprendido sendas más centristas. El problema aquí es si serán capaces de mantener el rumbo con los precios bajos de las materias primas. Siendo justos, el Presidente Santos no lo ha hecho del todo mal en Colombia, más allá de jugarse todo su capital político en conseguir un acuerdo de paz con las FARC antes de 2018. En última instancia este órdago de Santos podría ser beneficioso para todos, ya que no puede presentarse a reelección por tercera vez, pero el mayor activismo militante del ELN (Ejército de Liberación Nacional) se está convirtiendo en un problema adicional muy grave. Debido al efecto corrosivo de las bandas criminales, Santos se encuentra en una encrucijada: o bien debe echar el resto para llegar a un acuerdo global de paz antes de 2018 con todos estos grupos criminales, o bien comienza a batirse en retirada para dejar colocado a su Partido de la Unidad Nacional en una mejor posición ante el calendario electoral de los próximos años. Todo el mundo sabe que incluso si Santos consigue cerrar un acuerdo con las FARC, decapitando la “serpiente paramilitar”, proliferarán en este caso casi con total seguridad grupos disidentes que seguirán cometiendo atentados contra las instalaciones de Ecopetrol en general. Los atentados cometidos contra el importantísimo Oleoducto Bicentenario nos dan una idea aproximada de lo mucho que tendrá que luchar el “campeón nacional” Ecopetrol para superar el nivel de producción de un millón de barriles por día, cualesquiera que sean los términos contractuales más o menos estrictos a los que se haya podido comprometer. Tras la retirada de Santos, la probabilidad de que Colombia de un giro hacia políticas de mano dura contra las organizaciones paramilitares es muy alta. En todos los escenarios previsibles, la historia de crecimiento económico sano de Colombia de los años 2000 está agotada.
El Presidente Peña Nieto de México también ha seguido una senda centrista y ha lanzado su particular envite para tratar de modernizar al gigante PEMEX. Esta empresa ha registrado unas pérdidas de 30 mil millones de dólares, una rápida reducción de reservas, importantes brechas en la fase midstream de la cadena de valor (transporte y almacenamiento del crudo) y enormes déficits de inversión (alrededor de 830 mil millones de dólares). Sus perspectivas en el largo plazo son más bien sombrías. Las reservas acumuladas de petróleo pueden ser suficientes para estabilizar PEMEX hasta su agotamiento total. Para cuando los proyectos de perforación de Aguas Profundas en el Golfo de México o de Chicontepec acaben arrojando resultados positivos, es obvio que Peña Nieto ya no estará ahí, pues no puede renovar mandato. Las posibilidades de que repita un presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 2018 no son claras. Cuanto más bajen los precios del petróleo, más grandes serán las opciones de victoria en 2018 de López Obrador, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). La percepción creciente de que se materialice este riesgo político paralizará muchas inversiones a partir de 2017. Peña Nieto ha sido valiente aprovechando una estrecha ventana de oportunidad política para intentar abrir PEMEX al mercado, pero esta ventana se va estrechando a medida que avanza su mandato.
Finalmente llegamos a Argentina, donde la coalición Cambiemos liderada por Mauricio Macri logró finalmente derrotar al izquierdista Frente para la Victoria kirchnerista, en las elecciones a Presidente de Octubre de 2015. Los problemas de Argentina son tan profundos que el margen de maniobra del Presidente Macri es muy estrecho. Además, el Congreso de la nación, donde Cabiemos no ostenta mayoría absoluta, está lleno de peronistas de línea dura, que en las elecciones de 2017 intentarán a toda costa mantener su peso y frenar los cambios propuestos por Macri. Por otra parte, cualquiera que sea el remedio inicial aplicado por Macri, sus medidas pueden tener como efecto no deseado sumergir Argentina en una contracción económica aún mayor, con percusiones políticas negativas. Lo más probable es que la petrolera YPF intente restaurar su autosuficiencia mediante la adopción de unas estructuras de precio domésticas más sensatas, no tanto yendo tras “las vacas muertas” del famoso yacimiento Vaca Muerta.
Desde luego podríamos añadir muchos más ejemplos, aunque probablemente sea algo injusto hablar de las “siete hermana feas” de Latinoamérica. Tal vez el epíteto más adecuado hubiera sido el de los siete enanitos, debido a los precios de las commodities “bajitos” que no consiguen “crecer”, o reaccionar al alza.