El ahorrador alemán dice basta: ¿dinero por helicóptero como último recurso?

Helicopter Money

Luis Fontes de Albornoz

El profesor Thorsten Polleit sostiene en esta colaboración que el pasado 10 de marzo el Presidente Draghi del Banco Central Europeo, durante la conferencia de prensa que siguió al Consejo de Gobierno del Banco, creó serias expectativas de que en algún momento la autoridad monetaria podría empezar a “crear dinero y lanzarlo por helicóptero”. Helicopter money es la metáfora creada por Milton Friedman para referirse a la creación de dinero de la nada, no ya sin respaldo del oro – el olvidado patrón oro –sino sin ni siquiera expansión crediticia, como es lo propio del sistema actual de dinero fiduciario o fiat. Se trataría de dinero nuevo, recién salido de la imprenta, que se regala “gratis-total” a particulares, empresas o bancos, como última medida desesperada para incrementar el consumo en una economía enferma de deflación. Habiendo leído las declaraciones de Draghi (yo he tenido la paciencia de hacerlo), a uno de asalta la duda de si la exégesis que hace Polleit del tenor literal de las palabras de aquél no sea algo extrema, pero el arcano con que se expresan los banqueros centrales se presta a todo tipo de malentendidos, en el mejor de los casos. En cualquier caso: Se non e vero e ben trovato.

Efectivamente, es obvio que a  Mario Draghi, al fin y al cabo ex socio de un glamuroso banco neoyorkino rescatado por el contribuyente americano, se le estrecha cada vez más el radio de acción. De inyecciones gigantescas de dinero, vía ampliación del balance de los bancos centrales y, por tanto, un dinero que “deberá” ser devuelto algún día, hemos pasado a implantar tipos de interés negativos. Y el crédito y la economía europea siguen sin repuntar como Dios manda.

¡Tipos negativos!  ¡Lo nunca visto! ¡El prestamista paga al prestatario por prestarle dinero! ¡Al depositante que presta al banco se le confiscan parcialmente sus ahorros! ¡Hasta ahí podíamos llegar! Ha sucedido lo inevitable. Los verdaderos amos de la eurozona han puesto el grito en el cielo, con razón esta vez. El ahorrador alemán ha dicho basta. En Alemania Herr Schmidt no acumula piedras como Juan Español en estos lares. Herr Schmidt no olvida que en su país se confiscaron piedras, a través de una fiscalidad prohibitiva, para reconstruir el país tras la posguerra, y el mal recuerdo perdura –aviso a navegantes-. Por eso, Herr Schmidt solía invertir, hasta hace bien poco, en seguros de vida de capitalización con pago de intereses a largo plazo. ¡Me quieren confiscar los ahorros de toda la vida con tipos de interés negativos!, clama Herr Schmidt. Y los bancos alemanes también claman. Son cientos de bancos (no ha llegado el oligopolio a Alemania) y sus cuentas de resultados se resienten con márgenes tan estrechos. Además tienen casi nula libertad para imponer comisiones a su arbitrio, con tan solo anunciarlo en el tablón de anuncios de la agencia bancaria de turno (allí no hay oligopolio y, que yo sepa,  el Ausbanc local no se deja comprar por los bancos, ni los bancos extorsionar por Ausbanc para tapar sus trapos sucios, en beneficio del sufrido usuario de servicios de pago bancarios, a quien le han despojado de otras alternativas de pago más baratas). Y los políticos alemanes se están haciendo eco de la rebelión en su granja. Y Mario Draghi ha debido tomar nota.

Entonces: ¿Qué salidas le quedan al pobre Mario Draghi si el crédito sigue sin reactivarse, la macro-deuda creciendo y la economía al ralentí? Pues eso, el famoso helicóptero de Friedman… y ahí, tras este largo rodeo, volvemos a llegar al Profesor Polleit. Para no alargarme más, le dejo con el interesantísimo artículo de Polleit, insigne representante de la escuela austriaca, que nos ilustra sobre los peligros de la simpática ocurrencia del  helicopter money, que se puede convertir pronto en realidad. Lógicamente, en su caso, la medida irá técnicamente bien disfrazada y adoptará las formas más peregrinas, como por ejemplo: compra de préstamos de bancos y subsiguiente condonación a los prestatarios, compra de deuda pública directamente de los gobiernos y subsiguiente condonación, recortes impositivos o deducciones de inversión, etc…

Thorsten Polleit via Mises.org

El pasado 10 de marzo de 2016, el presidente Draghi del Banco Central Europeo (BCE) creó serias expectativas de que la autoridad monetaria podría, en algún momento, crear dinero por helicóptero. Es decir, una transferencia gigante de dinero de nuevo cuño, gratis, a consumidores, empresas y entidades del sector público. ¿Por qué podría el BCE desear hacer algo así?

Existe una gran preocupación porque, a pesar de todas la medidas tomadas hasta ahora, los bancos de la eurozona no están siendo capaces de reactivar la actividad crediticia con suficiente masa crítica. Por eso se teme que la eurozona pueda entrar en deflación, es decir, en un periodo de tiempo en que los precios bajan, lo que suele ir acompañado de caídas en la producción y en el empleo. Esto, a su vez, podría hacer peligrar todo el proyecto europeo.

Algunos economistas opinan que “regar la sociedad con dinero desde un helicóptero” podría impedir que acontezca este desenlace deflacionista. Lo único que tendría que hacer el BCE será imprimir más billetes de euros y transferirlo a “aquéllos que lo necesiten”. Este nuevo dinero será utilizado para comprar bienes y servicios. Esto, se dice, apuntalaría los ingresos nominales los agentes económicos y daría lugar a una mayor producción de bienes y/o a precios más altos.

Creación de Dinero: ganadores y perdedores

Las cosas no son tan sencillas. Un acrecentamiento de la masa de dinero en circulación llevará a una redistribución de ingresos y de riqueza entre la gente. Los primeros receptores del nuevo dinero podrán comprar bienes a unos precios aún inalterados, pero más adelante en la cadena de receptores, los precios ya habrán subido. Los primeros se enriquecerán, sí, pero a costa de los segundos.

¿Quiénes deberían ser los primeros receptores de dinero? ¿Y cuál sería el criterio de reparto: sobre una base per capita (igualdad absoluta), por ingresos personales o por activos en cuentas bancarias? Cualquiera que sea el criterio que se utilice, la asignación del nuevo dinero será una cuestión arbitraria. Incluso en el caso de que todos los receptores se beneficien de un aumento proporcional a sus activos monetarios al mismo tiempo, la medida afectará a cada uno de manera diferente.

En última instancia, la nueva alternativa del dinero por helicóptero está íntimamente relacionada con los problemas creados por el sistema actual de dinero fiat o  fiduciario (NT: dinero que ya no tiene respaldo en un metal precioso, sino simplemente en la promesa de pago por parte del gobernador de un banco central). El dinero fiduciario se crea a través de la expansión crediticia y genera un incremento del endeudamiento total de la economía, por encima del crecimiento de los ingresos. A consecuencia de ello, la relación deuda sobre ingresos va creciendo y tarde o temprano se llega a una situación de sobreendeudamiento.

Mediante la emisión de “dinero de helicóptero”, se podría romper la tendencia hacia el sobre-endeudamiento causado por el dinero fiduciario, en teoría. Pero, en la práctica, sin embargo, el dinero de helicóptero puede llegar a tener efectos muy inflacionistas
Mediante la emisión de “dinero de helicóptero”, se podría romper la tendencia hacia el sobre-endeudamiento causado por el dinero fiduciario, en teoría. Pero, en la práctica, sin embargo, el dinero de helicóptero puede llegar a tener efectos muy inflacionistas

Cabría esperar que el dinero por helicóptero pusiese un punto final a la perversa dinámica de crecimiento imparable de la deuda bajo el sistema de dinero fiduciario. En primer lugar, sustituir la creación de dinero por expansión crediticia, por dinero por helicóptero puede impedir que la carga de endeudamiento de la economía siga creciendo, a la vez que se garantiza un flujo de entrada “suficiente” de dinero en el sistema económico.

En segundo lugar, esta nueva inyección de dinero incrementaría los ingresos nominales de personas y familias. Los economistas de pensamiento “keynesiano” aducirán que el incremento de la base monetaria dará lugar a precios de producción más altos. Los economistas de la escuela austriaca, en cambio, sostendrán una visión diferente, en concreto, que la inyección monetaria dará origen únicamente a precios más altos.

Lo que no admite discusión es que el dinero tiene precisamente una función: ser moneda de cambio. Todas las demás funciones del dinero –unidad de cuenta y de reserva de valor– son sencillamente funciones secundarias del dinero como instrumento de cambio. Un incremento en la cantidad de dinero no añade riqueza a la economía, ni nunca lo podrá hacer. Simplemente, genera inflación.

El dinero por helicóptero no aporta ninguna mejora al sistema actual de dinero fiduciario, por lo que respecta a las repercusiones inflacionistas. Se crea dinero desde el aire, desde la nada. De hecho, el dinero por helicóptero podría convertirse en una pesadilla inflacionista. Una vez que el banco central haya comenzado a emitir dinero por helicóptero, que nadie albergue la menor duda de que la demanda de dinero se disparará. 

Bancos centrales y políticas de grupos de interés

El banco central quedará sometido a una presión política in crescendo de transferir más y más dinero a colectivos de “personas y empresas necesitadas” – y el crecimiento de la masa de nuevo dinero nunca será suficiente para hacer frente a la demanda de dinero–. Por ello no es descabellado asumir que la creación de dinero por helicóptero escapará fa cualquier forma de control.

Esto es lo que ocurrió durante la Revolución Francesa, cuando el gobierno decidió emitir “Assignats” y, más tarde, “Mandats” – dinero de papel sin respaldo, con el fin de apuntalar las finanzas públicas y dar un impulso a la actividad económica. Los “Assignats” es el dinero por helicóptero de aquellos tiempos y fracasaron estrepitosamente, dando lugar a la hiperinflación de 1796 y más tarde al colapso total de la economía.

Una vez decidida la puesta en circulación de los “Assignats”, ya nada ni nadie  pudo contener las sucesivas oleadas de emisiones. En su libro “Inflación del dinero fiduciario en Francia” (1896), Andrew D. White señala lo siguiente:

El viejo grito de ‘hay una escasez de medio de cambio’ aún no se había apaciguado; y ya volvía a repetirse tras cada emisión, cualquiera que fuese su magnitud.  Pero cualquier agudo estudioso de la historia financiera sabe que este grito siempre se repite tras este tipo de emisiones, pues obedece a una ley natural: la escasez, o mejor dicho la insuficiencia de dinero, vuelve a darse una vez que los precios se han ajustado al nuevo volumen  y se produce una cierta reactivación del negocio, junto con un crecimiento inusual del crédito”.

A la vista de la catástrofe económica causada por la hiperinflación, como consecuencia directa de sucesivas emisiones de dinero sin respaldo cada vez más grandes, White apunta lo siguiente:

“El agudo sufrimiento causado por los destrozos y las ruinas traídas por los ‘assignats’,  los ‘mandats’ y otras modalidades de  dinero de papel, actualmente todos ellos objeto de repudio, duró casi diez años, pero la recuperación duró mucho más tiempo que toda la generación que vino después. Fueron necesarios cuarenta años para recuperar el capital, la industria, el comercio y el crédito hasta los niveles que prevalecían a comienzos de la Revolución, y el país necesitó un “hombre montado a caballo”, que restableció la monarquía sobre las ruinas de la República y sacrificó millones de vidas por el Imperio, que hay que sumar a los millones de víctimas sacrificadas anteriormente por la Revolución.”

Desde un punto de vista político y económico, la idea de que la herramienta del dinero por helicóptero pueda usarse sabiamente es una quimera. Al sugerir que, en algún momento, se podrá recurrir al dinero por helicóptero, el Banco Central Europeo ha entrado en una pendiente resbaladiza que puede asestar un duro golpe, con posibles consecuencias fatales, a la ya muy frágil arquitectura político-económica del euro.

 

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