Para el afamado inversor Paul Brodsky, si las medidas de estímulo de los bancos centrales del mundo fracasan en su intento de generar inflación, lo que de momento es el caso, la solución políticamente más viable será proceder a una devaluación coordinada de las principales divisas del mundo, para generar inflación, y así conseguir el objetivo final de reducir el peso de la deuda global. ¿Cómo podrían los bancos centrales provocar una devaluación global? Pues comprando masivamente oro a precios pre-establecidos y a continuación devaluar las divisas.
No es ciencia ficción. El Presidente Roosevelt de Estados Unidos, en su New Deal, ya compró todo el oro de los ciudadanos americanos a un precio pre-establecido devaluando a continuación el dólar. Lo que entonces fue una confiscación parcial pura y dura, ahora no podría ser coercitivo, pues el mundo está globalizado. Esto beneficiaría a los que tengan oro en sus carteras de inversión.
Hoy por hoy, la cotización del oro sigue en fase correctiva, desde que el precio de la onza chocase contra la resistencia de 1,300 dólares, como ya anticipamos en este blog el pasado mes de abril.
Brodsky defiende la tesis de que el oro es el activo monetario más importante; una piedra angular contra la cual fluctúan las principales divisas del mundo. Prueba de ello es que todos los bancos centrales tienen oro en sus carteras y algunos, como el Banco del Pueblo de China, han comprado este activo agresivamente en los últimos años.
En parte debido a la gran expansión monetaria de los últimos diez años, el oro se ha revaluado en un 50% contra la media ponderada de las 15 principales divisas del mundo, lo que equivale a las plusvalías del mercado global de renta variable (índice MSCI World Equity Index).
Obviamente, hay otros escenarios posibles, aunque menos atractivos, como proceder a quitas puras y duras de las deudas respectivas, o bien confiarlo todo a un gran crecimiento futuro de la economía mundial, lo que parece poco probable.
Paul Brodsky via Macro-Allocation.com
Hemos sostenido que la ralentización de la economía global y su impacto negativo en la capacidad del sistema para reembolsar toda la deuda pendiente de vencimiento, acabará provocando una hiperinflación que deberá ser gestionada por la Reserva Federal.
Desde un punto de vista político, lo más aceptable sería tratar de reducir endeudamiento indirectamente a través de devaluaciones de las principales divisas contra el oro, que es el único activo monetizable en los balances de los bancos centrales. En este escenario, los bancos centrales crearán dinero nuevo con el que comprar oro a tipos de cambio fijos preestablecidos, lo que haría subir los precios en las principales divisas (inflación) y, por tanto, disminuir indirectamente la carga de la deuda, sin necesidad de incurrir en una quita formal de la misma.
La posibilidad de que esto ocurra es cada vez mayor, a juzgar por los precios del oro. La siguiente Tabla refleja la evolución del precio del oro, en el último año, los últimos cinco años y los últimos diez años, contra las quince principales divisas del mundo (que representan en su conjunto el 77% de la economía mundial). Los números en negrilla en la última fila de la Tabla muestran la evolución del oro contra el conjunto de las divisas, ponderando el peso de los respectivos PIB’s.

En los mercados financieros, el oro se cotiza sobre todo en dólares americanos, pero su valoración se traduce implícitamente en todas las divisas, simplemente aplicando el tipo de cambio del dólar americano con cada divisa en cuestión. La Tabla anterior muestra que la experiencia de cada propietario de oro ha sido muy diferente según la región del mundo en que se encuentre. Para un ruso cuyos ingresos por trabajo prestado lo hayan sido en divisa local, el rublo se habría devaluado en casi un 370% contra el oro durante los últimos diez años. Lo que significa, visto desde otra óptica, que este ruso podría haber generado grosso modo unas plusvalías cercanas al 400% si hubiera convertido sus rublos en oro. Cualquier inversor en el mundo podría haber obtenido esta misma plusvalía de haber comprado oro (posición larga) y vendido rublos (posición corta).
En idéntico periodo de diez años, el oro valorado en dólares americanos se ha revalorizado en un nada despreciable 94%. La misma plusvalía que habría realizado un saudí, pues la cotización del riyal de Arabia Saudí está vinculada (pegged) a la del dólar. En cambio, el oro en yuan chino y en franco suizo solamente se ha reevaluado en aproximadamente el 57% durante ese mismo periodo de diez años (NT: el 120% contra el Euro).
La brecha tan amplia en la revalorización del oro en función de la divisa de que se trate, se debe obviamente a las fluctuaciones de los tipos de cambio de las divisas entre sí. El oro es la divisa de cobertura por excelencia, el eje alrededor del cual fluctúan todas las divisas. El oro no se consume ni proporciona una tasa interna de retorno o TIR. Las cotizaciones de mercado cambiantes del oro, se trate del mercado al contado, de futuros o de oro físico, en realidad representan los tipos de cambios de las divisas. La trayectoria histórica del precio del oro en realidad refleja la trayectoria de las divisas con respecto al oro.
La última línea de la Tabla anterior muestra los cambios del precio del oro ajustados a la importancia relativa de las divisas. La importancia o ponderación de una divisa depende a su vez de la magnitud del PIB del país o del conjunto de países emisor de la divisa (en el caso del Euro). Podemos sacar la conclusión de que el sistema monetario global se ha devaluado un 46,88% contra el oro durante los últimos diez años (1/1,8824), que más o menos es la misma rentabilidad que deparó el índice de Morgan Stanley de Renta Variable mundial (MSCE ACWI World Equity Index).
Bancos Centrales
Si fuéramos un banco central a cargo de la supervisión del sistema monetario fiduciario global, no dudaríamos en utilizar el oro como un indicador básico de inflación, más que como un competidor potencial de nuestras divisas. Diseñaríamos modelos econométricos en los que definiríamos las relaciones que vinculan el crecimiento del crédito al crecimiento de la demanda, el crecimiento de la demanda al crecimiento de la producción y el crecimiento de la producción a la inflación y al empleo. Asumiendo haber recibido el mandato de velar por la estabilidad de precios y de contribuir a alcanzar el pleno empleo, modelaríamos escenarios condicionales y las funciones que nos indicasen la manera de reaccionar en cada uno de ellos.
Seríamos muy transparentes en nuestras políticas de comunicación, compartiendo los datos de nuestros modelos y las proyecciones que emanasen de los mismos.
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El hecho de que hoy en día el oro se mantenga en el balance de los bancos centrales y éstos lo sigan comprando agresivamente, indica que este activo está ganando, no perdiendo, relevancia como activo monetario. Tiene todo el sentido del mundo que el oro sea utilizado como piedra angular contra la que se pueden devaluar las divisas. También el hecho de que la cuota del oro, sumado a otros instrumentos financieros ligados al oro, en las carteras de inversión sea inferior al 3%, convierte a este activo en una excelente inversión en términos de gestión ajustada al riesgo.
Expectativas de futuro
El siguiente gráfico muestra la relación entre la tasa de retorno real del bono del Tesoro americano y el precio del oro en dólares americanos. Como puede verse, el retorno real del bono (ajustado a inflación) y el del oro están estrechamente correlacionados. El oro, un activo que no devenga intereses, oscila en dirección contraria a la tasa de retorno de los activos financieros. Es algo comprensible, pero usted tiene que hacerse la siguiente pregunta: ¿qué sucederá ahora que los tipos de interés de riesgos soberanos están entrando en un campo negativo para dar la impresión de que el crédito es más accesible?

La lógica detrás de esta estrecha correlación saltará por los aires si los estímulos de los bancos centrales, más allá de los “Quantitative Easings”, no consiguen generar inflación. Entonces, el sistema puede derrumbarse y las autoridades monetarias globales tendrán que reconstruirlo sobre nuevas bases.
Nuestra opinión es que no habrá una transición hacia un sistema bancario de reservas al 100% (NT: un imaginario sistema donde los bancos estén obligados a mantener el 100% de los depósitos a disposición de los depositantes), o incluso una vuelta a un sistema de tipos de cambio fijos. Sin embargo, los bancos centrales se verán obligados a coordinar devaluaciones de las divisas globales contra el oro para crear inflación y, gracias a ésta inflación, reducir la carga del endeudamiento global, sin incurrir en impago formal de sus compromisos respectivos.